Hace más de un año que la pandemia irrumpió en nuestras vidas. Desde entonces se suceden estados de alarma, olas, restricciones y limitaciones que han afectado a todos los ámbitos de nuestra vida, pasando también factura a nuestro bienestar y nuestra salud mental.

Según estadísticas recientes 79,3% de la población asegura que la situación de alerta sanitaria ha tenido algún impacto en su salud psicoemocional. Y más del 7% solicitó ayuda a un profesional de la salud. Más allá de los contagios, la pandemia está afectando mucho a nuestra salud, ha puesto de manifiesto nuestra propia vulnerabilidad y fragilidad, genera miedo e inseguridad y ha multiplicado las situaciones estresantes.

El último año ha supuesto una sucesión de renuncias, de pérdidas, de rupturas: hemos perdido seres queridos (a menudo sin poder despedirnos), muchos han perdido su trabajo, o afrontan graves situaciones económicas. Todos hemos roto con nuestros hábitos y rutinas y nos hemos visto obligados a renunciar a cosas que nos aportan bienestar. Nuestras relaciones, el contacto con nuestro entorno o la cercanía con amigos y familiares también se han resentido gravemente.

Esto nos afecta. Y mucho. Desde el comienzo de la pandemia, FACU Y CIVITAS se ha preocupado de ello realizando distintos talleres de estabilidad emocional , vía presencial y vía on-line.

El 75,7% de los casos fue por ansiedad y estrés, el 56,2% presentó  síntomas depresivos importantes y el 49, 5 % tuvo problemas de sueño.

La buena noticia es que se está avanzando con el plan de vacunación, y el final de esta crisis sanitaria está cada día un poco más cerca. No obstante, la carga psicológica, social y emocional que ya está suponiendo va a seguir ahí: es preciso prestar más atención y más recursos a la salud mental, porque la pandemia también ahí se ha cobrado muchas víctimas. Salgamos de esta crisis con los contagios a raya, sí, pero con buena salud mental, por eso en estos tiempos intensificamos estos talleres.

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