El turismo ha sido uno de los sectores más golpeados por la pandemia, quedando reducido a la mínima expresión durante un 2020 lleno de restricciones y viajes de corto alcance, obligatoriamente justificados. Este verano ha permitido recuperar parte del terreno perdido, con cifras de reservas que buscan parecerse a las de los años anteriores a la crisis sanitaria. Solo en junio llegaron a España 2,2 millones de turistas internacionales, lo que supone multiplicar por 10 la cifra del mismo mes de 2020 y en enclaves como las Baleares o el Levante se han alcanzado en agosto niveles de ocupación parecidos a los de 2019. Con todo, según la CEOE, la normalización de la actividad aportará, a lo sumo, un 50% de los más de 154.000 millones de euros del año anterior a la pandemia.

Un modelo sostenible, donde los visitantes tienen un impacto positivo en su lugar de vacaciones, dejándolo mejor de lo que lo encontraron. Un concepto que también recibe otra terminología como ecoturismoturismo sostenible o turismo responsable y al que se adhieren asociaciones e instituciones como las que fundaron la Coalición Futuro del Turismo.

El turismo regenerativo no implica la depauperación o pérdida de ingresos, sino que busca todo lo contrario: construir entornos turísticos de futuro,.

Este turismo afecta a la propia forma que tenemos de consumir y que dentro de este modelo se orienta a la compra en establecimientos y empresas locales, para fortalecer la vida de las comunidades y crear un vínculo con ellas. Otra materialización del turismo regenerativo son actividades que contribuyen a la limpieza y a la recuperación de los entornos naturales.

Algunos operadores tienen en su cartera de actividades la participación en proyectos de restauración de bosques o playas, pero existen prácticas individuales igual de certeras como recoger residuos durante un paseo en una zona natural.

Y es que las expresiones del turismo regenerativo no son siempre nuevas aplicaciones, sino que buscan darle una vuelta de tuerca a prácticas también existentes. Es el caso de la participación en proyectos sociales que necesiten capital humano para ser desarrollados en las comunidades de destino de los viajeros.

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