Voluntarios de la Asociación de Vecinos Cívitas del barrio de Las Fuentes descargan el camión con los alimentos este pasado viernes.Oliver Duch
Uno de cada cinco aragoneses estaba ya en riesgo de pobreza y exclusión social antes de la pandemia. Un punto de partida muy negativo para el empeoramiento que se espera, como alertan las entidades sociales.
La tasa de riesgo de pobreza o exclusión social (indicador Arope) el año pasado en la Comunidad se cifró en un 21,1%, frente al 17,7% de 2018, lo que supone un aumento de 3,4 puntos . Así lo reflejan los datos de la última Encuesta de Condiciones de Vida dada a conocer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que todavía no está midiendo la profunda herida que va a dejar la covid-19 y que se ha confeccionado con datos de 2018.
Pero incluso así, lo que evidencia es que se trata del peor porcentaje de la última década, por encima incluso de los de 2014 (20,7%) y 2013 (19,8%), cuando más se dejó sentir el golpe de la crisis económica de 2018.
Las solicitudes de ayudas de urgencia se han disparado. Hasta finales de junio en el Ayuntamiento de Zaragoza se han triplicado en comparación con el año pasado. Entre el 16 de marzo y el 30 de junio se recibieron 18.847 peticiones y se concedieron 18.411, por un importe total de 4.185.050 euros. En 2019, en este mismo periodo, las peticiones fueron 7.268 (6.823 concedidas) por valor de 1.559.685 euros. Las familias beneficiarias casi se han duplicado. De las 6.834 que en 2019 recibieron una ayuda se ha pasado a 13.142, lo que supone un 92,3% más.
La extrema pobreza aumenta
Para Carlos Gómez, director de Cáritas Zaragoza, se está agravando la situación de exclusión, y en algunos casos de pobreza severa, por el deterioro de las condiciones de vida. «El mayor riesgo de exclusión lo sufren personas en paro, menores de 30 años, sin estudios o extranjeras. Personas que se han visto afectadas más directamente por la paralización económica sufrida durante estos meses, y sus efectos inmediatos en la destrucción de empleo, y cierre de muchos establecimientos y servicios de autónomos». Así dibuja la fotografía actual.
¿Seguirá creciendo la demanda de ayuda para necesidades básicas? En su opinión el futuro va a depender de dos variables. Una, las medidas económicas que se tomen a nivel nacional a corto y medio plazo con la aplicación de los recursos económicos obtenidos de la Unión Europea. Además, considera fundamental desarrollar la aplicación del Ingreso Mínimo Vital «con una perspectiva amplia» que incluya a todos aquellos que «tienen dificultades reales para poder insertarse en el mercado laboral, y que van a tener que depender de una ayuda de carácter asistencial con carácter definitivo». Hace hincapié en el pago de los alquileres. «Más de la mitad de la población aragonesa en exclusión vive situaciones de vivienda inadecuada o insegura».
Las cajas con la comida ocupan el suelo del salón social de la sede de la Asociación de Vecinos Cívitas.Oliver Duch
Más de 180 familias oscenses llamaron a las puertas de Cáritas Huesca durante el pico de la crisis sanitaria para pedir diferentes tipos de ayudas. La más requerida fue el alquiler, sobre todo de habitaciones subarrendadas pero también de viviendas completas.
«Era un nuevo perfil de usuario, que nunca había tenido que recurrir a nosotros, pero que ahora tenía para comer pero no para pagar el alquiler, bien porque todavía no había cobrado un ERTE, esta en paro y las medidas como la moratoria tardaron en llegar», apunta Jaime Esparrach, secretario general de Cáritas Huesca. Si a lo largo de 2019 la organización atendió en Huesca a unas 3.000 personas en sus diferentes proyectos, entre marzo y mayo ya lo hicieron a 2.000. De ellas, un 20% nunca antes habían acudido.
Para Esparrach el problema a partir de ahora es que van a crecer las situaciones de «extrema pobreza» entre los colectivos más vulnerables. Asegura que el efecto covid viene a «llover sobre mojado». Ya detectaban un repunte de necesidades, especialmente por el aumento de demandantes de protección internacional.
A su parecer, el coronavirus también ha puesto en evidencia la necesidad de poner en marcha en Huesca un recurso similar al que funciona en ciudades como Zaragoza: el programa Housing First, que proporciona un domicilio a personas que viven en la calle.
«Que no vuelvan años peores»
Los bancos de alimentos no han bajado el ritmo de trabajo. «Estamos repartiendo comida entre organizaciones que atienden a unas 27.000 personas. Hanvuelto a demandarnos ayuda 10 entidades que se dieron de alta y se han incorporado 7 nuevas», explica José Ignacio Alfaro, presidente del Banco de Alimentos de Zaragoza.
Calcula que van a atender a un 30% más de personas que en 2019 y se prevén alcanzar los 4,5 millones de kilos de productos repartidos, medio millón más. «Ojalá no vuelvan los años más duros», desea. Aquellos 2012 y 2013 en los que atendían a 39.000 personas.
Un incremento de un 30% se ha vivido también en el Banco de Alimentos de Teruel. «A finales de 2019 bajó el número de usuarios, pero ha repuntando y estamos llegando a unas 3.500 personas», dice su directora, Esther Martínez.
Por lo que pueda venir, la red nacional de bancos de alimentos ya prepara alternativas ‘online’ y de otro tipo para poder llevar a cabo la Gran Recogida de Alimentos a finales de noviembre.
En una de las estancias de la asociación vecinal preparan la verdura que irá a los lotes de comida.Oliver Duch
«Cada día entre 8 y 10 familias más se apuntan a recibir alimentos»
«Cada día entre 8 y 10 familias más se apuntan a recibir alimentos del banco. Los peores momentos de la pandemia han pasado, pero lo que viene ahora también va a ser duro para mucha gente«.
Quien habla así es José Antonio Alejandre, de la Asociación de Vecinos Cívitas del barrio de Las Fuentes de Zaragoza, que junto a la Federación Aragonesa de Consumidores y Usuarios (FACUA) y el Banco de Alimentos, no ha parado de repartir lotes durante y después del estado de alarma. Este viernes preparando unos 90 con donaciones que a primera hora de la mañana recogieron en Mercazaragoza.
Son cerca de las 11.00 y una veintena de voluntarios descargan los 450 litros de leche y los 950 kilos de fruta a las puertas de la sede vecinal. En un espacio separan la borraja y en otro almacenan y preparan los lotes. En el suelo del salón social esperan las cajas que se van llenando y que a partir del mediodía se distribuirán. A los beneficiarios los citan cada 10 minutos para cumplir las medidas de seguridad.
«El banco de alimentos nos hace dos entregas al mes y ahora los viernes con lo que traemos de Mercazaragoza hacemos repartos extras porque se necesitan», explica Laureano Garín, presidente de la entidad. Las cifras que lo demuestran se las sabe de memoria. Si a finales del año pasado atendían a unas 508 familias, ahora están en 1.577, lo que puede suponer unas 6.300 personas. Desde que se declaró el estado de alarma han entregado 38.400 kilos de alimentos.
Romelvi Rodríguez y Gregorio Menéndez son un matrimonio venezolano que se ha beneficiado de esta ayuda y que desde hace poco más de un mes colaboran como voluntarios. Romelvi es española por parte de padre y su doble nacionalidad les ha facilitado poder venir a España con sus dos hijos de 19 y 17 años. Ella trabajó tres meses antes de la pandemia y ahora el único sueldo que entra en el hogar es el de la hija mayor. «Es una forma de devolver la ayuda que nos prestan y al mismo tiempo de integrarnos en el sitio donde vivimos», cuentan.
El reparto de comida no es su única iniciativa social. Gestionan una bolsa de trabajo en la que se han inscrito 600 personas y han colocado a medio centenar en la recogida de la fruta. Su último proyecto es un gabinete de apoyo y estabilidad emocional para los que han caído en un estado de ánimo de tristeza y desesperanza.
Fuente: Heraldo de Aragón
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