La aviación es culpable de gran parte de las emisiones contaminantes en el sector del transporte. A pesar de la crisis de la COVID-19, se espera que el número de vuelos siga creciendo durante las próximas décadas.
En este sentido, se están buscanco alternativas como son los combustibles sostenibles de aviación.

 Los SAF

hasta ahora han tenido un papel testimonial. Su uso era completamente opcional y la escasa producción y sus elevados precios han evitado que las compañías aéreas se acojan a ellos. Sin embargo, en el marco de la Unión Europea, además de la Directiva de Energías Renovables (DER II), se está desarrollando la iniciativa ReFuelEU Aviation, con la que se pretende crear un marco legislativo que incluya la obligatoriedad del uso de los SAF. Esto dará pie a una necesaria aceleración del aumento progresivo de estos combustibles, que serán particularmente efectivos para la reducción de emisiones en los vuelos de largo radio.

En este panorama deben  considerarse los combustibles provenientes de desechos y/o residuos, de acuerdo a una jerarquía de residuos, y otras tecnologías con alto grado de escalabilidad, como el hidrogeno verde -que en ningún caso debe ser una opción para el transporte rodado puesto que ya existe tecnología desarrollada para su descarbonización como es la electrificación- y los electrocombustibles. Si el Gobierno de España busca cumplir los objetivos y acuerdo en materia de energía y clima, es necesario avanzar en la dirección adecuada.

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